No desesperes, no importa que a esta puerta
que en vano sigue abierta, no asome nadie ya.
La miseria siempre aleja a muchos
que el buen tiempo supo acercar.
No desesperes, no importa si hoy nos niega
la gente indiferente la sal de su amistad.
Nuestros sueños nos consuelan
del abandono de los demás.
No estamos solos, corazón.
Nunca estaremos solos
mientras aliente este amor
que sueña con nosotros.
Qué importa
si los que abrieron nuestra puerta
se asomaron y miraron
y se fueron desdeñando
nuestra miseria, nuestra tristeza.
No estamos solos, corazón.
¡Nos acompaña nuestro amor!
No desesperes.
Cerremos nuestra puerta,
que aquellos que hoy se alejan
jamás puedan entrar.
Volverán en primavera,
vendrán cuando se aleje la adversidad.
No desesperes. Rondando en torno nuestro,
las viejas esperanzas nos prestan ilusión;
y al calor de amables sueños
es más pasable nuestro dolor.